sábado, 24 de septiembre de 2011

Las Últimas Lágrimas

Empezamos a correr de prisa, Andreia corría con vehemencia, sus pasos se interrumpían desordenadamente pero de alguna manera no llegaba a tropezar. Generalmente era yo quien iba a la cabeza cuando se trataba de correr, pero esta vez era ella quien iba por delante. 

Yo estaba demasiado contrariado para concentrarme en correr, mi sudor se mezclaba con las lágrimas mientras corría. Había dejado mi balsa rota a la orilla del lago, y presentía que no sería lo único roto que tendría que ver y dejar ese día.

Habían dado la alarma en el campamento. El gran Spondylus había sido tocado cuando comenzamos a correr al divisar las luces que venían de oriente. Lo más sensato hubiera sido quedarnos donde estábamos, o correr hacia las tierras baldías del norte, pero los dos sabíamos que a pesar del peligro era nuestro deber acudir al llamado del campamento, aunque ya no hubiera nada que hacer. Eso último también lo sabíamos pero ninguno lo decía.

De pronto Andreia tropezó en un pequeño bache. Giró hacia la derecha sin perder el impulso y volvió a pararse. La cogí del brazo para cerciorarme de que no se hubiera hecho daño. Ella se sacudió fuertemente y vi su cara como la mía, sin embargo en ella eran más las lágrimas que el sudor.

-         Vete. –me dijo ella.
-         ¿Para que? –le respondí.
-         He roto tu balsa, ha sido mi culpa. Vete, estas amargo conmigo, lo se.
-         ¿A quien le importa una estúpida balsa? –le dije.
-         A ti, a ti te importa una estúpida balsa, a ti. –gritaba mientras me daba golpes en los hombros.

Se echo a llorar y hundió su cabeza en mi pecho. Yo la abrace lo más fuerte que pude y me puse a llorar con ella.

Me llaman Icno, soy huérfano de padres y tengo diecisiete años, no se que día nací por lo tanto nunca he celebrado mi cumpleaños en la misma fecha, mi hermano dice que eso me hace especial, que me da el privilegio de ser diferente a los demás, el también celebra su cumpleaños en distintas fechas. Sus padres murieron cuando el tenía cinco años. Dice que no recuerda su cumpleaños, yo creo que no quiere recordarlo.

Me encontraron dentro de un tubo de concreto, con meses de nacido. He vivido en seis campamentos hasta la fecha, he llorado a tres padres, dos madres y cuatro hermanos. Ninguno de ellos tenía mi sangre, pero a todos amé. Hoy por hoy no puedo llorar a nadie más. Las últimas lágrimas se me fueron en mi balsa. No quiero llorar a nadie más.

Nicos es mi hermano mayor, lo conocí hace tres años al integrarme a este campamento. Andreia es mi mejor amiga, es la hija del jefe del campamento.
Pertenezco al campamento Beta Sur 8, soy un refugiado, un rebelde.
Nos cazan como animales, nos persiguen por ser diferentes, por creer en algo, por conservar las costumbres, las tradiciones del hombre antiguo, por  no olvidar que somos libres, por no olvidar que somos hombres.

-         Acompáñame. –me dijo, mientras se secaba las lágrimas con sus mangas.
-         Te quiero. –le respondí de manera mecánica.
-         Lo se. –dijo ella cogiéndome de la mano y volviendo a correr con todas sus fuerzas.

1 comentario: